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Marea humana dice adiós a Kirchner

Por El Universal México

BUENOS AIRES.— Con la lentitud que generaba la multitud abalanzándose sobre el coche fúnebre o la que impulsa el dolor colectivo; sorteando los sentidos obstáculos de cientos y miles de cuerpos que soportaron estoicamente la lluvia y el frío para generar una valla humana en pos del mito, cientos de miles de personas le dieron ayer su último adiós al ex presidente Néstor Kirchner, cuyos restos fueron depositados en el panteón familiar de Río Gallegos.

Un cortejo que fue desde el corazón político del país al extremo sur patagónico, a dos mil 200 kilómetros de Buenos Aires, donde este abogado nació hace 60 años y donde inició su carrera política no bien recuperada la democracia.

Hasta allí, de donde había salido el 24 de marzo de 2003 para asumir la Presidencia, llegaron sus colaboradores, sus amigos y la presidenta Cristina Kirchner, siempre junto al féretro.

Hasta allí llegó el presidente venezolano, Hugo Chávez, el único de los mandatarios sudamericanos que vinieron a despedir los restos de Kirchner y a arropar a su viuda, como una suerte de fuerte respaldo político a ese difícil futuro inmediato que se presenta.

Después de una capilla ardiente, multitudinaria, popular, cargada de símbolos, que tuvo en la madrugada la nota singular de la presencia del barítono argentino Ernesto Bauer, quien después de pasar ocho horas formado, a la espera de acercarse al féretro, al estar ante él cantó el “Ave María” de Schubert, en homenaje al extinto ex mandatario.

Luego, el artista remató con un: “Hasta la victoria siempre, presidente”. Lo demás, durante toda la jornada. Diferentes versiones de la misma canción.

Mensajes de aliento a Cristina, “Gracias Néstor”, “Para Cristina la reelección” y otros tantas demostraciones de afecto cargadas de dolor. Besos, llanto y abrazos, muchos abrazos.

Fue la cantidad abismal de gente que provocó que la caravana transcurriera lentamente, en medio de esa marea humana, kirchnerista, que se mostró decidida a convertir, en términos de culto, a Néstor Kirchner en una suerte de “Evita con pantalones”.

Un avión de la Fuerza Aérea trasladó sus restos a la capital de Santa Cruz. Allí lo esperaban partidarios, vecinos, amigos, esos que lo ayudaron a llegar a los primeros planos de la política nacional cuando, en 2003, el país acababa de salir de su peor crisis social, económica y política. En el aeropuerto de Río Gallegos, recibieron el féretro y a su estoica acompañante, la jefa de Estado, el gobernador, Daniel Peralta y Chávez, quien se estrechó en un fuerte abrazo con la presidenta. Nadie parece encontrar aún las respuestas a lo que acaba de ocurrir en las calles, tras la muerte de Kirchner.

Un Kirchner cuyos restos descansan, desde ayer, cubiertos de aplausos en el panteón familiar en su gélido Río Gallegos natal y en la voz afónica de cada uno de sus seguidores, que en estos días se juramentaron no olvidarlo jamás.

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