Kabul. El alcalde de Kandahar murió en un ataque suicida en esa ciudad del sur de Afganistán, convirtiéndose en la víctima más reciente de una ola de asesinatos de funcionarios de alto nivel del gobierno afgano.

Ghulam Haider Hamidi, un aliado de la familia del presidente Hamid Karzai, resultó muerto en sus oficinas cuando un hombre-bomba detonó los explosivos que había escondido en su turbante. Poco después del ataque, el movimiento radical islámico Talibán se adjudicó el asesinato.

Hamidi, de 65 años, se había labrado una buena reputación por su campaña contra la corrupción, el fraude y robo de terrenos del gobierno, por parte de figuras poderosas y líderes tribales en la provincia de Kandahar, en donde las rivalidades tribales son feroces y los insurgentes del Talibán mantienen un férreo control.

En la mañana del miércoles, un grupo de manifestantes protestaba fuera de la oficina del alcalde, luego de que dos menores murieron accidentalmente cuando equipos de demolición del gobierno arrasaron con viviendas construidas ilegalmente en el distrito Loye Weyala de Kandahar.

El alcalde abandonó su oficina para reunirse con colonos de Loye Weyala y negociar una solución al incidente, cuando el suicida se le acercó y detonó los explosivos, según la policía.

El embajador de Estados Unidos, Ryan Crocker, condenó “en los términos más enérgicos posibles, el asesinato de otro funcionario del gobierno afgano”.